Tiene 20 y ataja en su querido Defensores de Los Andes. Su amor por el fútbol nació siendo muy chico. Era solo un nene cuando agarró los botines y decidió que quería dedicarse a jugar a la pelota. No como entretenimiento, sino para competir.
«Arranqué jugando de 5 cuando tenia 6 años. Fue pasando el tiempo pero en los clubes que estuve no tenia un lugar y decidí por atajar. Ahí pasé por Colón Junior donde estuve un año, luego me hablé el presidente de Los Andes y quedé. Ya llevo tres años en el club, siendo el arquero titular de la Primera», contó Nahuel Riofrío en diálogo con La Excusa Deportiva.
Al momento de definirse, el guardameta asegura ser muy autocrítico con sus actuaciones. «Tengo buena salida de juego con los pies, me gusta que los pases sean precisos, tengo buena pegada y sé mantener la calma cuando las cosas no salen como uno espera», añadió.
Nahuel recuerda su debut bajo los tres palos como si hubiera ocurrido ayer, con lujo de detalle. «Fue algo muy lindo, me tocó jugar partidos muy importantes con equipos conocidos y fuertes. Yo nunca pensé que iba a tener la oportunidad de jugar en Primera y cuando me tocó hacerlo supe responder, siempre gracias al apoyo de mis compañeros, cuerpo tecnico , familia y mis amigos», contó.
En ese primer partido, además de la alegría lógica de poder jugar, su equipo ganó y el arco terminó invicto. «Fue 1 a 0 de visitante frente a Juventud Zondina. Tenía 17 años. Eso no se olvida nunca», señaló entre risas.
A la hora de hacer un balance de su corta pero prometedora carrera, asegura que el mejor momento que vivió con el Viole fue llegar a jugar una final por el ascenso, mientras que el peor pasó por una grave lesión. «Me quebré la muñeca jugando y pensé que me iba a costar volver, por suerte me recuperé», manifestó.
Hincha también de Sportivo Desamparados y River, el joven tiene varios sueños por cumplir. Sin embargo, hay dos que encabezan la lista. «Ascender con Los Andes y poder devolverle a mis viejos lo que ellos me han dado durante toda mi carrera», confesó.
«Aprendí a querer el fútbol gracias a mis tíos que me llevaban de chico a la cancha y a mi abuelo que es mi ejemplo a seguir y el que me sigue a todos lados por este deporte», finalizó no sin antes acordarse de su cuñado Mauricio, sus amigos Fabricio y Luciano, y a su sobrinito Mateo. «Un saludo para ellos», finalizó.